La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de enviar tres destructores con misiles guiados a aguas cercanas a Venezuela provocó reacciones inmediatas en la región. En México, la presidenta Claudia Sheinbaum advirtió que su gobierno rechaza cualquier forma de intervencionismo y recordó que la Constitución mexicana establece los principios de autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias.
Los buques desplegados son el USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson, de la clase Arleigh Burke de la Armada estadounidense. Estas embarcaciones cuentan con el sistema de defensa aérea Aegis, misiles de crucero Tomahawk con capacidad de ataque terrestre de precisión y tecnología antisubmarina, lo que las convierte en naves de alto poder estratégico, según el Departamento de Defensa de EE.UU.
El operativo, que también incluye cerca de 4 mil marines, aviones de vigilancia P-8 Poseidon y un submarino de ataque, forma parte de la estrategia de Trump contra los cárteles latinoamericanos, catalogados por su administración como organizaciones terroristas internacionales.
En respuesta, el presidente venezolano Nicolás Maduro calificó la acción como una “amenaza extravagante” y ordenó el despliegue de 4.5 millones de milicianos en todo el país. Maduro aseguró que Venezuela está preparada para defender “mares, cielos y tierras” ante cualquier agresión.
Por su parte, Sheinbaum descartó las acusaciones de Washington que vinculan al gobierno de Maduro con el Cártel de Sinaloa, señalando que en México no existe ninguna investigación al respecto. “No hay ninguna investigación que tenga que ver con eso”, puntualizó la mandataria.
El despliegue de destructores frente a Venezuela refuerza la presión de Washington sobre el gobierno de Maduro, pero también reabre el debate regional sobre la pertinencia de la intervención militar frente a la vía diplomática.
Deja un comentario