La llegada a México este martes de Marco Rubio, secretario del Departamento de Estado de Estados Unidos, mantiene en vilo al Gobierno de Claudia Sheinbaum. Se trata de la primera visita oficial de uno de los hombres clave del gabinete de Donald Trump, en un momento de tensiones bilaterales por migración, comercio, drogas y seguridad.
Rubio se reunirá este miércoles con la presidenta en Palacio Nacional, en Ciudad de México. La mandataria adelantó que buscará un entendimiento que permita avanzar en la cooperación en materia de combate al narcotráfico, migración irregular y acuerdos comerciales. Además, insistirá en un tema que ha marcado la relación en los últimos meses: la exigencia de mayor transparencia en la información sobre narcotraficantes mexicanos juzgados en Estados Unidos.
El político cubanoamericano, conocido por su perfil ultraconservador y crítico hacia México, llega a la capital tras excluir al país de sus dos primeras giras por América Latina y el Caribe. Washington ha reiterado que pretende “profundizar los lazos bilaterales” y repartir responsabilidades en la lucha contra el fentanilo, los cárteles y la migración irregular, aunque las diferencias persisten.
Uno de los principales reclamos de México es conocer los acuerdos alcanzados por la justicia estadounidense con líderes criminales como Ismael “El Mayo” Zambada y Ovidio Guzmán, cuyas detenciones y procesos han dejado dudas sobre la soberanía nacional y la falta de coordinación entre gobiernos. La presidenta también criticó la reciente filtración de la DEA sobre un supuesto operativo conjunto, que desmintió tajantemente al señalar que no existe tal programa.
El escenario se tensó aún más con las sanciones del Departamento del Tesoro contra tres instituciones financieras mexicanas, acusadas de lavado de dinero en beneficio de cárteles, sin que hasta ahora se hayan presentado pruebas a las autoridades mexicanas. “No ha enviado ni una prueba”, reclamó Sheinbaum en su momento.
La visita de Rubio se percibe como un desafío diplomático clave para recomponer la relación y encontrar puntos de acuerdo. Ambos gobiernos llegan al encuentro con diferencias marcadas, pero también con la urgencia de coordinar esfuerzos en seguridad y economía frente a problemas compartidos en la región.
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