El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó este martes un ataque militar en aguas internacionales del sur del Caribe contra una lancha que había zarpado de Venezuela. El operativo, dirigido por el Mando Sur, dejó once personas muertas, a quienes Washington acusa de pertenecer al grupo delictivo Tren de Aragua y de transportar drogas hacia territorio estadounidense.
Trump aseguró que la orden del disparo fue suya y defendió la acción como una medida contra el narcotráfico. “Que esto sirva de advertencia a cualquiera que piense en meter drogas en Estados Unidos”, escribió en su red social Truth, donde difundió un video del ataque. Sin embargo, no precisó el marco legal que respalda el uso de la fuerza en aguas internacionales, lo que abre un debate sobre la legitimidad de la operación.
El secretario de Estado, Marco Rubio, también respaldó la acción en un mensaje en redes sociales y señaló que forma parte de la estrategia para frenar el tráfico de drogas que, según Washington, alimenta la violencia en su territorio. El Pentágono mantiene desplegada en la zona una flotilla con destructores, submarinos y aeronaves de espionaje, que continuará operando durante varios meses.
La respuesta del Gobierno venezolano no se hizo esperar. El presidente Nicolás Maduro negó cualquier vínculo con el narcotráfico y calificó la ofensiva como una amenaza “inmoral y sangrienta”. Además, anunció la movilización de tropas y voluntarios en la frontera, advirtiendo que, en caso de agresión, Venezuela se declarará “República en armas”.
El incidente ocurre en un momento de alta tensión bilateral. Mientras Estados Unidos acusa a Maduro de liderar redes criminales vinculadas al narcotráfico, Venezuela denuncia una estrategia de presión militar sin precedentes en la región. La comunidad internacional observa con preocupación un conflicto que, de escalar, podría afectar la estabilidad de toda América Latina.
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