Nepal vivió este domingo un hecho histórico y doloroso a la vez. En medio de las protestas más sangrientas de las últimas décadas, Sushila Karki, expresidenta de la Corte Suprema de Justicia, asumió como primera ministra interina del país, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar ese cargo. La jurista de 73 años llega al poder tras la dimisión forzada del exlíder K.P. Sharma Oli, luego de una semana de manifestaciones contra la corrupción que dejaron más de 70 muertos y miles de heridos.
El contexto no podría ser más difícil: la sede del Ejecutivo quedó destruida por el fuego durante los disturbios, por lo que Karki juró su cargo en un edificio provisional. Desde ahí, lanzó un mensaje de unidad a la nación. “Todos debemos unirnos para reconstruir el país”, dijo con voz firme, al anunciar que permanecerá en el poder únicamente seis meses.
Como primera medida, la mandataria interina ordenó compensaciones inmediatas para las familias de las víctimas, que recibirán un millón de rupias nepalíes (unos 7.100 dólares). También garantizó atención médica gratuita en hospitales públicos para los más de 2.100 heridos y declaró que los fallecidos serán reconocidos oficialmente como “mártires de la nación”.
El perfil de Karki, conocida por su trayectoria incorruptible en el poder judicial y su firmeza ante las élites políticas, ha despertado esperanza entre muchos sectores sociales. Para muchos nepalíes, su llegada representa una oportunidad de restaurar la confianza en las instituciones y sanar un país herido.
Aun así, el reto es enorme. Reconstruir infraestructuras, apaciguar tensiones y garantizar estabilidad en solo seis meses parecen objetivos titánicos. Sin embargo, su nombramiento marca un punto de inflexión: en medio de la crisis, Nepal ve a una mujer liderar por primera vez su destino político.
Deja un comentario