El Departamento de Transporte de Estados Unidos resolvió que la cooperación conjunta entre Aeroméxico y Delta deje de existir a partir del 1 de enero de 2026. La medida, tomada con el argumento de preservar la competencia, obliga a las aerolíneas a operar como rivales en rutas donde por casi una década habían trabajado como socias.
La decisión abre un escenario de ajustes profundos. Hasta ahora, ambas compañías podían coordinar horarios, compartir códigos y definir tarifas en conjunto, lo que permitía un mayor alcance en el mercado transfronterizo. Sin esa alianza, especialistas anticipan que cada empresa deberá revaluar qué trayectos resultan sostenibles y cuáles podrían desaparecer.
La preocupación no se queda en los números de pasajeros. Desde la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA), se calcula que cerca de 23 rutas estarían en riesgo, lo que implicaría una reducción de hasta un millón de asientos anuales. “Cuando disminuyen rutas y aviones, también se reduce el empleo. Ese es nuestro mayor temor”, comentó el capitán Jesús Ortiz Álvarez, secretario general del sindicato.
Ante este panorama, la estrategia de Aeroméxico ha sido diversificar. En meses recientes abrió nuevas conexiones hacia países de Sudamérica y el Caribe, buscando compensar la posible pérdida de rutas hacia Estados Unidos. Esta expansión ofrece un respiro para la plantilla de trabajadores y mantiene abiertas oportunidades en mercados con alta demanda.
Mientras tanto, fabricantes como Boeing observan la situación con confianza en el crecimiento regional. Con pedidos activos para cientos de aeronaves en México, el gigante estadounidense considera que el tráfico aéreo seguirá en aumento. El verdadero reto, coinciden voces de la industria, será cómo enfrentar la transición sin que los pasajeros y empleados paguen el costo más alto.
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