El color turquesa volvió a brillar en las playas del Caribe mexicano. Tras meses de trabajo intenso, el Gobierno de Quintana Roo dio por concluida la Temporada de Sargazo 2025, marcando el cierre de uno de los periodos más desafiantes para la región. Aunque los pronósticos anticipaban una invasión masiva de esta macroalga, las autoridades reportaron la recolección de 84 mil toneladas, una cifra menor a la esperada y resultado del esfuerzo conjunto entre instituciones, comunidades y científicos.
Desde muy temprano, brigadas, personal de la Secretaría de Marina y voluntarios locales se encargaron de limpiar las costas, demostrando que la cooperación puede mitigar el impacto ambiental. Gracias a las nuevas embarcaciones sargaceras y al uso de barreras flotantes, se logró reducir en un 65% la llegada del alga a las playas. Para muchos trabajadores del turismo, ver nuevamente el mar despejado significó más que una meta cumplida: fue recuperar el sustento de miles de familias que viven de la belleza natural del Caribe.
El Centro de Monitoreo del Sargazo, en alianza con universidades y organismos internacionales, jugó un papel esencial al anticipar los recales mediante imágenes satelitales. Con esa información, se pudieron dirigir los esfuerzos a las zonas más afectadas, como Tulum, Playa del Carmen y Mahahual. “El sargazo es un fenómeno natural que enfrentamos con ciencia y unidad”, destacó la gobernadora Mara Lezama, al reconocer la participación de las comunidades costeras en las labores de contención y limpieza.
Aunque el impacto en la actividad turística fue notorio, con una caída temporal del 10 al 12% en las reservas, la recuperación llegó pronto. Para septiembre, la ocupación hotelera alcanzó el 87%, lo que devolvió optimismo al sector. Parte del sargazo recolectado fue aprovechado para elaborar fertilizantes y biocombustibles, impulsando proyectos de economía circular y demostrando que incluso los desechos pueden transformarse en oportunidades sostenibles.
El cierre de la temporada no significa el fin del desafío, pero sí deja una enseñanza de resiliencia ambiental. Las autoridades prevén que pequeños recales continúen hasta noviembre, aunque en menor intensidad. Por ahora, las playas de Quintana Roo vuelven a ofrecer su mejor rostro: el de un destino que, frente a la adversidad, eligió la cooperación, la innovación y el compromiso con la naturaleza.
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