Un hallazgo científico está cambiando lo que se creía sobre los cocodrilos del Caribe mexicano. Investigadores de México, Canadá y Panamá descubrieron que las poblaciones de cocodrilos que habitan las islas de Cozumel y Banco Chinchorro, en Quintana Roo, poseen características genéticas y físicas tan diferentes del resto del continente que podrían ser reconocidas como dos nuevas especies.
El estudio, publicado en la revista Molecular Phylogenetics and Evolution, señala que estos reptiles se separaron de sus parientes continentales hace unos 11 mil años, tras los cambios en el nivel del mar provocados por las glaciaciones. En Cozumel, los cocodrilos desarrollaron hocicos más largos para atrapar peces, mientras que en Chinchorro presentan cráneos más anchos, adaptados para romper caparazones, además de una sorprendente tolerancia a salinidades extremas.
Cada una de estas poblaciones cuenta con menos de mil individuos reproductores, lo que las convierte en especies particularmente vulnerables. Su reconocimiento oficial no solo ampliaría el mapa de la biodiversidad mexicana, sino que también permitiría activar medidas de conservación específicas para proteger los ecosistemas de manglar y laguna donde habitan.
Los científicos advierten que el turismo, la urbanización costera y el cambio climático amenazan directamente estos hábitats frágiles. Por eso, más allá del descubrimiento biológico, el hallazgo representa un llamado urgente a conservar las islas y su riqueza natural, antes de que las presiones humanas borren linajes que han sobrevivido más de 50 millones de años.
Para los expertos, estos cocodrilos son más que un símbolo de fuerza: son testigos vivientes de la evolución y recordatorio de que, en el corazón del Caribe mexicano, aún hay historias naturales por descubrir y proteger.
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