El sabor picante del chile se debe a una molécula de su estructura que se llama ‘capsaicina‘, la cual se encuentra en la piel y semillas, y que podría ser útil para combatir la obesidad.
Científicos del Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (Ciatej) trabajan en la producción de un compuesto similar a la capsaicina a fin de combatir la grasa en adipocitos (células que forman el tejido graso en el cuerpo).
Jorge Alberto Rodríguez González, investigador de la Unidad de Biotecnología Industrial del Ciatej, explicó que la capsaicina es la encargada de producir el picor del chile, pero al mismo tiempo ayuda a inhibir la producción en exceso de adipocitos.
“La capsaicina es una molécula presente en el chile, y ya estamos acostumbrados a esta sensación de ardor; sin embargo, observamos que también puede tener otros usos, como alternativa para disminuir dolor o inflamaciones, e incluso en herramientas como el gas pimienta, pero la sensación picante sigue presente”, explicó Rodríguez González.
De acuerdo con la agencia informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), este proyecto de investigación inició desde hace cinco años en colaboración con expertos del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Hasta el momento se han investigado los efectos del chile en distintos padecimientos; sin embargo, en este estudio trabajan en un proceso para generar a mayor escala una alternativa contra la obesidad, pero sin producir la sensación de enchilamiento, lo que derivó en la obtención de un análogo denominado ‘olvanil’.
Los especialistas produjeron capsaicina y otros análogos vía enzimática para luego evaluar sus propiedades en modelos celulares con adipocitos.
Identificaron que, además de reducir los niveles de grasa en los adipocitos, también se logró inhibir la producción de más de estas células, que se multiplican una vez que son incapaces de soportar cierto límite de grasa, expandiéndose, por ejemplo, en el abdomen.
Rodríguez González detalló que durante la etapa de experimentación se aplicó olvanil a ratas de laboratorio, a las que se les midieron los niveles de grasa del tejido adiposo, encontrando que sus índices presentaban una disminuciónluego de que se les aplicara este análogo vía oral.
“Trabajamos con ratones que tuvieron una dieta rica en grasa para producirles obesidad, después les administramos vía oral este análogo para ver si la grasa acumulada disminuía con respecto a los que no se les suministraba, y descubrimos diferencias favorables en cuanto a la reducción de sus niveles de grasa, lípidos y glucosa en la sangre”, detalló el especialista.
Los científicos, de acuerdo con la información del Conacyt, trabajan en la gestión de recursos para realizar pruebas preclínicas; en encontrar mejores formulaciones; y en medir la toxicidad de estas sustancias. Esta iniciativa también es una oportunidad para generar un producto farmacéutico que pueda ser una alternativa a los tratamientos contra la obesidad.