Un reciente estudio presentado en Ámsterdam sugiere que los bebés que crecen en hogares con perros podrían tener menos probabilidades de desarrollar asma infantil. La investigación, liderada por científicos del Hospital para Niños Enfermos de Toronto, analizó el impacto de los alérgenos presentes en el ambiente doméstico durante los primeros meses de vida.
Para llegar a estos resultados, los investigadores estudiaron muestras de polvo de más de mil hogares canadienses donde vivían bebés de entre tres y cuatro meses de edad. Posteriormente, los mismos niños fueron evaluados a los cinco años para medir su función pulmonar y detectar posibles casos de asma. Los hallazgos mostraron que aquellos expuestos a mayores niveles del alérgeno de perro tenían casi un 50% menos riesgo de padecer la enfermedad respiratoria.
Aunque los resultados fueron alentadores, el equipo no encontró efectos similares en los bebés expuestos a gatos u otros alérgenos. Según explicó el investigador Jacob McCoy, aún no se sabe con certeza por qué ocurre esta diferencia, pero se cree que la convivencia temprana con perros podría ayudar a fortalecer el sistema inmunológico o modificar el microbioma nasal de los niños.
Especialistas internacionales calificaron los resultados como una señal de esperanza para las familias. El doctor Erol Gaillard, de la Sociedad Respiratoria Europea, destacó que el asma sigue siendo una de las enfermedades crónicas más comunes en la infancia y subrayó la importancia de identificar factores de prevención además del tratamiento.
Aunque el estudio aún debe ser revisado por pares, sus conclusiones abren la puerta a nuevas investigaciones sobre cómo el entorno en los primeros años de vida influye en la salud respiratoria. Más allá de los datos, el hallazgo resalta un mensaje sencillo y humano: el vínculo entre los niños y sus mascotas podría ser más beneficioso de lo que imaginamos.
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