La desalinización de agua para consumo humano es una realidad. En México, de acuerdo con José Luis Fernández, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, zonas como Los Cabos y La Paz en Baja California Sur tienen agua proveniente del mar para consumo humano.
La tecnología que se emplea para la desalinización del agua de mar se llama Ósmosis Inversa. Fernández explica que se trata de un proceso que consiste en utilizar energía solar para bombear agua salada a alta presión a través de tuberías con membranas que filtran la molécula de la sal, provocando que el agua que pasa al otro lado esté purificada.
En entrevista para El Financiero, el investigador señaló que ese proceso ha reducido sus costos considerablemente en los últimos años.
“En La Paz se produce agua a un costo ridículamente bajo. El costo energético es de 1 kilowatt/hora por cada metro cúbico, es decir, 4 pesos por metro cúbico lo que equivale a menos de 5 centavos mexicanos por litro”, dijo.
La producción actual de la desalinización por Ósmosis Inversa en Baja California, según el especialista, es de cerca de mil metros cúbicos de agua diarios, aunque podrían ser muchos más.
“Empujamos el agua a alta presión a través de una membrana. La presión empuja la solución salina mediante la membrana que es muy cerrada para que salga una cantidad considerable de agua potable cuyas moléculas son mucho más pequeñas que las de la sal. La sal queda atrapada del otro lado de la membrana”, explico.
“De hecho yo creo que con todo respeto es mejor que la que le estamos inyectando a la red de distribución del Valle de México”, agregó.
“El agua que viene de Lerma o del Cutzamala es razonablemente buena, es limpia, pero la que viene del acuífero viene con un montón de sólidos suspendidos y con actividad biológica. La que desalamos del mar es de verdadera calidad, se le da a los turistas ‘estadounidenses’ y no se le hace daño.
Otro mexicano que ha trabajado en el tema de la desalinización de agua desde hace varios años es el investigador Jorge Lechuga Andrade.
De acuerdo con una publicación hecha por el Conacyt, el también docente y exdirector de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), diseñó un sistema de ósmosis inversa cuya peculiaridad es el aprovechamiento del agua residual que no se purifica.
En el artículo publicado, Lechuga señala que al purificarse el agua salada el líquido de rechazo o que no logra purificarse tiene un impacto ambiental considerable. Lechuga generó un sistema con almacenamiento doble, tanto del agua ‘limpia’ como del agua que conserva la sal, y que posteriormente se deposita en una segunda planta que aprovecha los altos niveles de magnesio que tiene para generar energía.
Dicho desarrollo le valió el reconocimiento al Desarrollo Tecnológico e Investigación en Ingeniería Química por el Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos (IMIQ), en 2016.
En marzo de este año se inició la construcción de la que será consideraba la planta desalinizadora más grande de Latinoamérica en Playas de Rosarito, en la misma entidad. Se trata de un inmueble con capacidad de producir agua potable por hasta 4 mil 400 metros cúbicos por segundo en su etapa final.
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