SALVAR LA DEMOCRACIA; 3 RAZONES PARA NO ANULAR EL VOTO.

México.- El 6 de junio de este año habrá elecciones en 15 estados de México y en el Congreso a nivel nacional. Muchos votantes están ante una disyuntiva desesperanzadora: votar por alternativas que no los convencen del todo o anular su voto.

Es comprensible y respetable. Se trata de una señal de la frustración de muchos electores del país que se enfrentan con el dilema de no verse representados por los partidos políticos o sus candidatos, tanto a nivel estatal como al nacional.

votacionespandemiaLa composición del Congreso será vital durante los últimos tres años de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. Hasta ahora su Congreso, en el que tiene mayoría y busca mantenerla en estos comicios, ha sido usado para implementar una errónea política de austeridad que ha llevado a que México sea uno de los países del mundo con menor gasto público durante la pandemia, lo que ha tenido consecuencias devastadoras para los mexicanos más pobres.

En 2018, López Obrador hizo campaña con la promesa de poner primero a los pobres, ampliar el gasto social y erradicar los privilegios e influencias del capitalismo en el gobierno. Su gestión ha logrado avances importantes en materia laboral y de recolección de impuestos, pero ante la crisis del coronavirus demostró su peor rostro: una obstinación inextricable por políticas económicas erradas y por negarse seguir normas básicas de salubridad, México se convirtió en el tercer país del mundo con más muertes por la pandemia. Esto es inaceptable y el partido del presidente, Morena, debería ser de algún modo castigado electoralmente.

La pregunta es cómo hacerlo si las alternativas del otro lado no nos convencen tampoco. Es un dilema que por el momento no tiene una solución fácil para muchos, pero lo que sí tengo claro es que la opción de anular el voto no es la mejor.

Estas son las tres razones por las cuales no anularé mi voto.

La primera es que en el Congreso federal, la anulación del voto será de facto un voto en favor de Morena.

La legislación electoral mexicana indica que la cantidad de dinero público que reciben los partidos para sus actividades está en su mayoría determinada por los votos.

Quien tiene más votos, recibe más dinero. Sin embargo, a la hora de anular el voto o emitir un voto nulo —que es distinto de anular, porque implica cometer una equivocación al llenar la boleta, pero que en términos prácticos cuenta igual que un voto deliberadamente anulado—, no se cuentan como votos y por tanto no influyen en la repartición del dinero disponible. Para el cálculo del dinero son eliminados, lo que amplifica el efecto de los otros votos.

Por ejemplo, en una elección en donde la votación se divida 55 – 30 por ciento entre dos partidos, con el 15 por ciento de la población anulando, la proporción de voto considerada para la repartición del dinero sería ajustada para ser 65 -35 por ciento, extrayendo los votos nulos como si no hubieran pasado.

Anular el voto, de facto, implica impulsar las decisiones de quienes sí votaron por un partido específico. Y hace que esas decisiones perduren más allá de la elección pues distorsionan la distribución de recursos entre los partidos políticos al favorecer a quien ya llevaba la delantera.

Creo que en el Congreso México se necesita con urgencia una oposición a Morena desde la izquierda que haya entendido que López Obrador ganó la presidencia porque las políticas implementadas en las últimas dos décadas han convertido a México en una plutocracia disfrazada de democracia: el nuestro es un país donde en ese tiempo la tasa de homicidio se duplicó, la clase media se redujo y el número de pobres aumentó.

La segunda razón de no anular el voto es a nivel estatal. No anularía mi voto porque, por la forma en la que se cuentan los votos, no es posible determinar si estos fueron anulados a propósito o no. No hay que perder la posibilidad de mandar señales claras de que sí hay mejores candidatos que otros, aún si ninguno es perfecto.

Este no es momento para mandar mensajes ambiguos a la clase política porque esta elección cambiará la cara del país: actualmente, 12 de 15 estados en disputa en estas elecciones son gobernados por el PRI o PAN y todo indica que Morena ganará diez de ellos.

Esto significaría que el porcentaje de personas gobernadas por el partido en el poder aumentará del 10 por ciento a 61 por ciento.

Finalmente, una tercera razón por la que no me parece acertado anular el voto es porque las elecciones intermedias ya de por sí suelen tener muy baja participación y anular reduce aún más el número de electores que influye en la selección candidatos. En la última elección intermedia, en 2015, solo el 47 por ciento de los votantes determinaron cómo se vería el Congreso nacional.
Si se repitiera el abstencionismo de la elección pasada y el voto nulo aumentara, el porcentaje podría ser aún más alto, dejando a la democracia mexicana como un ejercicio minoritario.

La democracia en México no es fácil y muchas veces es una decisión entre varios candidatos no tan buenos. Aún así, como ciudadanos debemos hacer lo que nos toca: tomar decisiones difíciles y votar

Fuente: https://www.nytimes.com/es/2021/05/03/espanol/opinion/votar-elecciones-mexico.html

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