El trabajo y los negocios están ligados al dinero. Trabajamos por dinero y la vida laboral diaria involucra transacciones monetarias: recomendamos a otros para que reciban aumentos salariales, establecemos tarifas por nuestro tiempo y negociamos presupuestos.
Sin embargo, muchos de nosotros nos sentimos incómodos hablando de dinero y pidiendo un aumento salarial en el trabajo. Existen diversas razones que lo explican, pero quizás la más importante sea que, como empleados, a menudo carecemos de información: no sabemos cuánto valemos, cuánto se les paga a otros, cuánto están dispuestos a pagarnos los empleadores.
Al unir toda esta información, no es sorprendente que hablar y pedir cierta cantidad de dinero sea algo que muchas personas temen. Los siguientes consejos se basan en una gran cantidad de investigaciones que pueden ayudarnos a hacerlo más efectiva y confiadamente.
1. Obtén toda la información que puedas
Ármate con información. En las negociaciones salariales, piensa en lo que vales. Esto significa saber cuánto se les paga a quienes están en tu puesto (interna y externamente). Las encuestas de sueldos en línea pueden ser muy útiles, pero también habla con amigos, mentores y contactos que se sientan cómodos compartiendo esta información. Este paso significa pensar en el valor que aportas en términos de tu experiencia y de tu desempeño comprobado.
También necesitas información acerca de tu empleador. ¿Han otros intentado negociar mejores salarios? ¿Cuál ha sido la reacción? ¿La empresa (o unidad o equipo) está experimentando un crecimiento o declive que pudiera afectar su capacidad de brindarte lo que deseas? ¿Cuál es la política de la compañía en relación con el salario?
Es posible que nunca tengas información perfecta. Pero cuanta más puedas obtener, más fuertes y más racionales serán tus argumentos.
2. Considera obtener otra oferta
Aún más poderoso que tener información es tener otra oferta de trabajo. Aunque puede ser agotador obtener entrevistas y una oferta de trabajo, tener una oportunidad alternativa es increíblemente útil. En primer lugar, te muestra la condición del mercado: ¿hay opciones más atractivas en otros lugares o es tu actual trabajo tal vez realmente deseable? Una oferta externa proporciona un punto de referencia muy concreto de tu valor.
3. Piensa en todos los asuntos
A la mayoría de nosotros nos importa mucho más que sólo el dinero. Por lo tanto, aunque el dinero pueda ser “rey”, reflexiona acerca de los otros asuntos que son importantes para ti y acerca de los cuales pudieras desear hacer preguntas. Éstos pudieran incluir salario, bonificaciones e incentivos (aún monetarios pero basados en el desempeño), oportunidades de capacitación y el equipo con el que trabajas. Tal vez estarás satisfecho y serás productivo trabajando por el mismo salario pero con otros beneficios e incentivos.
4. Prepárate bien y haz la primera oferta
Una vez que hayas reunido información, sopesado alternativas y pensado en todos los temas que deseas discutir, considera el mínimo que estarías dispuesto a aceptar, así como tu paquete ideal. Ten confianza en tu preparación y pide lo que deseas. Aunque a menudo existe debate acerca de quién debe hacer la primera oferta, las investigaciones claramente muestran que hacer la primera oferta te permite “anclar” las discusiones a tu favor.
5. Piensa acerca de a quién y cómo pedir
Una última consideración es tener en cuenta a quién presentar una petición. Habla con la persona que se preocupa más por ayudarte y con la persona que puede presionar para que se te den las cosas. Con suerte, ambas son la misma persona. Si no es así, es posible que tengas que considerar pedirle a la persona que te tiene aprecio que te ayude a acercarte a quien toma las decisiones. Recuerda pedir educadamente y encontrar un momento que sea conveniente para la otra parte.
No estás solo, y puedes aprender de una gran cantidad de investigaciones.
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